Hoy, viernes de amargura te presento: los hijos.
Una vez en una cena fui casi linchada por decir en voz alta que los hijos son una chinga muy costosa. Y es que quien me conoce sabe que yo amo a mi hijo.
Si bien no soy quizá el prototipo revistero de "mamá" amo a mi hijo sobre todas las cosas y estoy segura de que todavía él me ama a mi.
Pero, ¿usted acaso cree señora, jovencita, reina y princesa que ser madre es lo mismo que ser mentirosa?
Permítame explicarle.
Me encantan sus publicaciones poniendo boletas de sus hijos, cuánto aman sus sonrisas matutinas y sus preguntas llenas de sabiduría. Yo amo lo mismo del mío.
Y aunque entiendo porqué publicamos estas cosas sepan que a nadie realmente le importan. Pero el punto no era ese. Ser madre es una joda.
Es cansado, es poco valorado, o sea es una chinga. Y pareciera que en este mundo en el que irónicamente vamos contra la corrupción y la mentira no podemos explicar la verdad de estas cosas tan pendejas sin ser "linchadas".
Reconocer, que los hijos son una chinga, que aveces uno se enoja, que uno se frustra, hace rabietas y tiene ganas de salir a tomarse una margarita no lo hace a uno mala madre.
Escribir esto en mi viernes de amargura no me hace amarlo menos.
Hablar con la verdad nunca ha hecho mala madre a nadie. Pero, ¿se atreven? ¿o son de las que creen que su obligación es ser abnegadas?
Ahí se los dejo, mediten.